«En marzo de 1509 Tordesillas recibió un extraño cortejo. Lo encabezaba Juana I, reina de Castilla y princesa heredera de Aragón.

Con ella viajaba el féretro con los restos mortales de su esposo, Felipe I, rey de Castilla, archiduque de Austria y duque de Borgoña, fallecido dos años y medio antes en Burgos.

Si sorprendente fue esta llegada, aún más lo acabaría siendo el hecho de que la residencia de la reina se fijase en le villa durante 46 años, donde permaneció hasta su muerte en 1555.»

Este gran acontecimiento, ocurrido hace 507 años, volverá a ser recordado el sábado 4 de marzo, con la participación de más de 300 personas. El papel más significativo de la representación lo llevará a cabo una joven de Tordesillas con 29 años de edad, la misma edad que tenía Doña Juana cuando llegó a la villa, acompañada de su padre Fernando el Católico, protegida y custodiada por los Monteros de Espinosa -su guardia personal- llega con Catalina, su hija pequeña, damas de compañía, personal de palacio, y el cuerpo de Felipe el Hermoso cuidado por numerosos monjes que alumbran el paso del cortejo con sus antorchas.